Lo que bebe la madre, lo bebe el bebé

El consumo de alcohol, durante el embarazo puede producir deficiencias físicas, mentales y motoras en el bebé que pueden afectarle durante toda su vida.


Estas consecuencias pueden manifestarse en el momento del nacimiento o más tarde durante el desarrollo.

El alcohol se fija al líquido amniótico y a los tejidos fetales manteniendo un nivel de toxicidad que puede provocar efectos muy graves en el bebé, quien obviamente cuenta con un sistema inmaduro como para metabolizar el alcohol como lo hace el organismo de un adulto.

Cuando la madre bebe, el alcohol atraviesa la placenta y llega al bebé casi al mismo tiempo, alcanzando su pico máximo a los 20 ó 30 minutos.

De todas las sustancias de abuso, el alcohol es de las más peligrosas para el desarrollo fetal. El sistema nervioso y, en concreto, el cerebro, es uno de los órganos más vulnerables al consumo de alcohol durante esta etapa.

El consumo de alcohol mientras se está embarazada aumenta el riesgo de un parto prematuro. Al nacer estos niños pueden pesar y medir menos, aunque a veces este retraso en el crecimiento se manifiesta más tarde. 

Más tarde, durante la infancia, también pueden aparecer alteraciones del desarrollo y comportamiento (hiperactividad, problemas de memoria, lenguaje, coordinación, adaptación social, etc.).

El consumo de alcohol durante el embarazo es una de las causas más frecuentes de retraso mental

Lo que bebe la madre, le llega al bebé y puede ocasionar diversos trastornos en el feto. Pocos saben, por ejemplo, que el consumo de alcohol en el embarazo es la causa no genética más frecuente de retraso mental.
 
Es imposible establecer una dosis de consumo seguro de alcohol en el embarazo porque cada organismo es diferente, y dado que los efectos son irreversibles, lo más recomendable es no consumir ni una gota de alcohol.

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